Se entiende por distorsión un daño a una articulación provocado por un trauma con alargamiento o rotura de los ligamentos causado por movimientos bruscos de torsión y rotación, comunes en la realización de actividades deportivas o laborales o después de accidentes de tránsito. Aunque todas las articulaciones pueden ser objeto de distorsión, las que se ven afectadas con mayor frecuencia son tobillo, rodilla y hombro. Muy comunes también las distorsiones de la columna cervical prevalentemente provenientes de accidentes automovilísticos y comúnmente conocidas como “latigazo cervical” que se estima afecte hasta el 5% de las víctimas de los accidentes. Finalmente existe una diferencia de género en la patología: mientras que los hombre resultan más afectados respecto a las mujeres, estas últimas tienen más probabilidad de ser afectadas por dolor persistente.
En general los síntomas asociados a la distorsión son dolor, hematoma, edema, calor e impotencia funcional. En el caso específico del “latigazo cervical” son además comunes dolor de cabeza, rigidez de los músculos del cuello y del costado, y, a veces, una fastidiosa sensación de zumbido en los oídos.
Normalmente para diagnosticar una distorsión es suficiente una radiografía. En algunos casos, cuando se requiere una evaluación más profunda del daño, pueden prescribirse una ecografía y/o una resonancia magnética.
El tratamiento agudo de las distorsiones prevé reposo, aplicación de hielo, compresión y elevación del miembro si el caso lo amerita. La articulación es generalmente inmovilizada con aparatos ortopédicos o vendajes por un periodo variable y proporcional a la entidad de la lesión. Usualmente se prescriben además fármacos antidoloríficos y antiinflamatorios sobre todo en esta primera fase de tratamiento. La intervención quirúrgica se efectúa solo en los casos de lesiones graves. En fase post-quirúrgica o post-aguda, la rehabilitación y las terapias físicas son una ayuda importante tanto para manejar el dolor y el edema, como para promover la recuperación funcional y el refuerzo de la musculatura. También en el caso de distorsiones moderadas-severas, la articulación debe volver a ser usada en modo gradual apenas la hinchazón y el derrame articular se han reabsorbido permitiendo el movimiento. Una correcta rehabilitación es finalmente un instrumento importante para la prevención de futuros accidentes.
Las técnicas de terapia física más difundidas para el tratamiento de las distorsiones son la iontoforesis, la electroterapia, la quinesiterapia y los masajes descontracturantes.
La laserterapia en particular se ha mostrado un instrumento eficaz en el tratamiento tanto de las distorsiones cervicales, como de las distorsiones a cargo del miembro inferior (rodilla y tobillo).
El Scientific Report MLS® del 2004 de Corti y colaboradores describe los casos de 20 pacientes afectados por distorsión cervical post-traumática tratados con éxito en términos de disminución del dolor y mejoría de la movilidad articulatoria con Laserterapia MLS®. Se obtuvieron resultados similares también en 11 pacientes con distorsión en la rodilla y 18 con distorsión en el tobillo tratados con un ciclo de Laserterapia MLS®, como lo reporta Corti et al. en Energy for Health #1.
Las variaciones en términos de dolor, evaluadas mediante la escala VAS antes y después de cada aplicación, demostraron una mejoría rápida tanto del sufrimiento como de la funcionalidad.
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